Los asentamientos humanos están condicionados por la disponibilidad de agua. En algunas localidades del sur de Guara Somontano, los pozos fuente son el testimonio de la tenacidad de sus habitantes para abastecerse de agua ante la falta de manantiales superficiales.
El Pozo de Laperdiguera presenta un tramo descubierto de escaleras que permite el acceso al manantial. Éste se cobija bajo una bóveda apuntada que descansa sobre cuatro arcos.
La abundancia de agua subterránea permitió a las gentes de Laperdiguera perforar y construir numerosos pozos de brocal, como los que ves se encuentran junto a los huertos cercanos.
Sus aguas se utilizaban para regar, para hacer la colada en unas pilas de piedra que pueden verse cerca de ellos y, a veces, como ocurría con el de la monumental Casa Cavero, también para beber.
En tiempos de matacía aumentaba la necesidad de agua en las casas y las idas y venidas a los pozos eran continuas.
Cuentan que en Casa el Rafael una criada, sonámbula, vino en plena noche al pozo. Entre sueños llenó un cántaro y, con él sobre la cabeza, emprendió el camino de regreso. El sonido de una vasija al romperse despertó a todos: no se había agachado lo suficiente y el cántaro no pasó del dintel del portalón.