La Villa de Berbegal se alza sobre una atalaya a 512 metros de altitud, entre los ríos Cinca y Alcanadre. Esta posición privilegiada la convierte en un excelente mirador del Somontano y sus pueblos, de los Pirineos y de las llanuras monegrinas que se extienden al sur. Pero no solo sus bonitas vistas hacen que merezca la pena visitar este enclave, su patrimonio histórico relata cómo Berbegal ha sido un importante lugar de paso para romanos, reyes medievales, las tropas del Cid campeador, templarios y peregrinos del Camino de Santiago, entre otros. Y es que por pasar, pasa incluso el meridiano de Greenwich por aquí. Descubramos un poco más de su rica historia. 

Su origen se remonta muchos siglos atrás, de ahí que todavía se conserven los menhires de Muyed o Santa Águeda, que son monumentos megalíticos colocados verticalmente en el suelo, que supuestamente se utilizaban para realizar rituales en el periodo Neolítico. Pero los verdaderos orígenes de Berbegal son romanos. De hecho aún se puede pasear hoy en día por un tramo de la antigua calzada romana de Caum (como se conocía entonces a Berbegal), que unía las ciudades de Ilerda (Lérida) y Osca (Huesca). 

La situación privilegiada de Berbegal también hizo que los templarios erigieran aquí una fortificación que más tarde regirían los caballeros del Hospital. El llamado Arco del Hospital es el único resto que aún se conserva. 

Los amantes de la historia no solo podrán apreciar el patrimonio cultural de Berbegal, también podrán dar un bonito paseo por la Senda del Meridiano, que debe su nombre que por aquí pasa a línea imaginaria que sirve para que el hombre pueda ubicarse en el globo terráqueo y rige, entre otras cosas, los husos horarios; es decir, el famoso meridiano de Greenwich. En definitiva, sobran los motivos para conocer la histórica Villa de Berbegal. 

 

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