La construcción de la fuente pública de San Gregorio, que se sitúa fuera del pueblo, a unos 3,5 km. fue una empresa prioritaria, ya que a falta de río, era el único medio de proveerse de agua. Desde que fuera construida, allí se llenaban los cántaros, abrevaban los animales, se lavaban de vez en cuando las ropas y el agua sobrante aún se encauzaba para regar con ella los huertos cercanos.
Esta fuente lleva el nombre de la ermita que se sitúa junto a ella. Se erigió en 1560 por el cantero Joan Bélez, autor a su vez de la fuente de Morilla.