En muchos lugares del mundo existen yacimientos de sal gema, grandes depósitos subterráneos que son verdaderas minas de sal cristalizada.

Los geólogos creen que hace muchos millones de años el agua del mar o de lagos salados se estancó en esas zonas que ahora son tierra. Al evaporarse el agua se depositaron sus sales disueltas formando lechos de sal que, en muchos casos, fueron enterrados y cubiertos por otros materiales sedimentarios.

Ríos subterráneos pasan por esas vetas de sal, la disuelven y afloran a la superficie en forma de manantiales o fuentes de agua salada, como los de Naval.

Los métodos básicos de producción de sal en las salinas no han cambiado durante siglos. En Naval, a donde nunca llegó la revolución industrial, hay hombres y mujeres que guardan la tradición en la recolección de sal desde hace cientos de años. Su destreza para jugar con los cuatro elementos, agua, viento, sol y tiempo, es determinante para obtener una buena sal.

 El proceso de producción se inicia con la conducción del agua del manantial salino hasta las pozas y pozancas. La gran poza tenía dos objetivos: distribuir de manera regular el caudal de agua hacia las eras y por otro, conseguir una concentración de sal alta y uniforme con el fin de favorecer el proceso de cristalización.

Desde allí, a través de canales de madera, se reparte a unas balsas de poca profundidad (eras) donde se evapora por la acción del viento y el sol. Así se genera un gradiente creciente de salinidad hasta que precipita la sal. Cuando comienza a cristalizar, una costra de sal flota en la superficie de la balsa: son las llamadas flores. Cuando el agua ha desaparecido, los artesanos de la sal la recogen del fondo utilizando unos rastrillos de madera y la amontonan en preciosas montañas blancas a un lado de la era, para que se termine de secar antes de ser almacenada en las casetas.

Para que este proceso funcione se requieren altas temperaturas y escasas precipitaciones, por eso el período de producción comienza con la primavera y se alarga hasta finales de agosto. Durante el período de invernada el trabajo consiste en moler y envasar la sal y en restaurar las instalaciones.

La sal es la responsable de que los canales de madera, en permanente contacto con el agua, no se pudran y corrompan.

Las concentraciones de sal obtenidas en Naval están en torno a 24 gramos de sal por 100 gramos de disolución, lo que da cuenta de la calidad del manantial. Las concentraciones obtenidas en otras salinas de España estaban comprendidas entre los 18 y 26 gramos de sal por 100 gramos de disolución. Tal concentración comportaba no solo que esta agua fuera no potable sino mortal para seres humanos y animales.

La existencia de manantiales salinos en este lugar explica el asentamiento cerca de Naval de un poblamiento en la Edad del Bronce. Con toda seguridad sus salinas se siguieron explotando en la antigüedad y en época musulmana.

La sal fue uno de los artículos primordiales en el comercio medieval de ahí que junto a la alfarería fuera el producto que tradicionalmente daría trabajo y riqueza a los navaleses, cuyas tierras eran poco propicias para el cultivo.

Durante la Edad Media, los reyes vieron en la sal un medio claro y seguro para financiar las campañas militares y para cubrir otros gastos de la monarquía. El interés por controlar su comercio hizo que la Corona progresivamente incorporara a su propiedad todas las salinas, pozos y manantiales de agua salada.

En verano la sal se guardaba en las casetas del salinar; en invierno se transportaba al alfolí o almacén de la sal, una construcción excepcional. Su humilde aspecto externo oculta un amplio espacio interior donde sorprende la robustez de las columnas que lo articulan en dos naves.

Parece que la construcción se remonta al siglo XIII (1274) cuando el rey Jaime I concedió a Naval el monopolio para la venta de su sal en una amplia zona de Aragón

Para evitar la corrupción de los administradores y las luchas por el control de las rentas de la sal, ya en el siglo XVII Felipe IV creó el Estanco de la Sal, controlando su venta de forma similar a otros productos, como el tabaco. Éste durará hasta 1870, año en el que la tremenda presión pública fuerza al gobierno a liberalizar su fabricación y venta.

 

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