El paseo más refrescante y a la vez histórico de Barbastro es el que va por la calle de Las Fuentes y es que, valga la redundancia, por esta singular avenida el visitante puede conocer las distintas fuentes que han animado durante siglos la vida de los barbastrenses. 

Comenzamos con las fuentes del Azud y del Vivero (que quiere decir hija del río Vero), ambas sepultadas, y más tarde desenterradas, cuando se realizaron las obras de canalización del río. La primera, la del Azud, es del siglo XV y su decoración es gótica. Se divide en tres cuerpos: en el inferior se sitúan cuatro cabezas de león en las que están los caños; en el medio, hay cinco arcos con pináculos; y el cuerpo superior se cierra con un arco y una decoración geométrica que enmarca el escudo de la ciudad. La segunda, la del Vivero, está decorada con un arco y sobre él se lee la siguiente inscripción que ha quedado como testigo de otro tiempo: “Ayuntamiento Republicano Federal 1872-1873”. 

En la misma calle todavía se conserva la preciosa fuente de San Francisco, obra del escultor francés Jacques de Guertch en el año 1553. Como nota curiosa merece la pena destacar que en el contrato que firmó el escultor especificaba la duración de la obra, cinco meses, y el material que había de emplear, piedra caliza de Fonz. 

 

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