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Entre profundos barrancos de la Sierra de Guara, excavados pacientemente por las aguas del río Vero, se alza el casillo colegiata de Santa María la Mayor, y a sus pies el laberíntico caserío medieval de la monumental villa de Alquézar declarado en 1.982 Conjunto Histórico Artístico, uno de los Pueblos más Bonitos de España y desde 2022 Best Tourism Village (Mejor Pueblo Turístico) según la Organización Mundial del Turismo. 

Roca, agua, historia, arte y leyenda se funden en Alquézar, formando un universo sorprendente, único, inesperado, en el que es posible retroceder en el tiempo mientras se recorren sus estrechas callejuelas, se atraviesan las puertas de la muralla, se escuchan viejas historias de moros y cristianos ...

La villa de Alquézar se localiza en el último tramo del cañón del río Vero, en un entorno paisajístico impresionante, que ofrece múltiples alternativas a quienes aman la naturaleza y los deportes de aventura: espeleología, escalada, excursiones a caballo o en bicicleta ...
Además de practicar el descenso de barrancos pueden realizarse numerosas rutas senderistas. Entre ellas cabe citar la que, partiendo de la fuente de Monchirigüel y descendiendo por el Barranco de la Fuente, permite recorrer el último tramo del majestuoso cañón del Vero; siguiendo el sendero perfectamente acondicionado es también posible descubrir fuentes, azudes, molinos y puentes, que ilustran el intenso aprovechamiento del agua del río Vero a su paso por Alquézar desde la época medieval.
Desde Alquézar también se pueden visitar las pinturas rupestres de Quizans y Chimiachas.

Mirador 'Sonrisa al viento':

Desde este mirador obtenemos una primera visión panorámica de la monumental villa de Alquézar y del ultimo tramo del profundo cañón del río Vero, antes de que sus aguas, tras abandonar la Sierra de Guara, se adentren en las fértiles y dulces tierras de los somontanos.
En lo más alto de una roca solitaria rodeada por profundos barrancos, se alza la inexpugnable fortaleza, levantada por los reyes cristianos después de haber sido arrebatada a los musulmanes en el siglo XI. A comienzos del siglo IX Jalaf ibn Rasid levantó sobre la peña un primer castillo, con el fin impedir que la resistencia cristiana del vecino condado de Sobrarbe accediera a la Barbitanya. Estas sierras prepirenaicas representaron durante mucho tiempo una verdadera frontera entre dos culturas, dos religiones. El nombre de Alquézar también se remonta al origen árabe de la villa, pues deriva del topónimo al-Qasr, "la fortaleza".
Tras ser conquistada por el rey Sancho Ramírez en el 1067, fue posible repoblar las laderas situadas en las faldas del castillo, aunque no comenzaría hasta el 1100, cuando Barbastro pasó a poder de los cristianos. El trazado del casco urbano, adaptado a las curvas de nivel y protegido de los rigores climáticos, todavía conserva la estructura medieval originaria.

Portada gótica:

La villa de Alquézar contó en sus orígenes con tres puertas que daban acceso al interior del recinto urbano, pero de todas ellas sólo se conserva este bello portalón gótico. Mientras que en uno de sus extremos fue levantado un arco de medio punto, en el otro frente se optó por un arco apuntado y coronado por el escudo de la villa, formado por tres torres de un solo castillo que recuerda el origen militar de la localidad.
Bajo el paso cubierto se encuentra la portada de casa El Médico, en la que existe uno de los escudos más antiguos conservados en Alquézar, pues posee una moldura de traza gótica y carece de elementos decorativos. En él pueden verse las barras de Aragón, un león rampante y, curiosamente, la concha junto al báculo de peregrino.
Dado que Alquézar fue durante varios siglos un importante centro comercial, se cobraba impuestos a los mercaderes que deseaban vender sus productos en la plaza porticada; para evitar su entrada durante la noche se cerraban todas las puertas que daban acceso al pueblo.

Calle Pedro Arnal Cavero:

Pasear por esta calle, antiguamente llamada Calle Mayor, nos permite introducirnos en el conjunto medieval de Alquézar y revivir el lejano pasado medieval. Es uno de los tres ejes vertebrales que recorren longitudinalmente el pueblo, al que derivan otras calles transversales más estrechas y escalonadas permitiendo una comunicación más fluida a los diferentes puntos del pueblo.
Todavía se conservan varios "callizos", o pasos cubiertos sobre las calles, como recuerdo de tiempos pasados en los que era necesario aprovechar al máximo el limitado espacio en una villa densamente poblada; se dice que era posible atravesar Alquézar de un extremo a otro sin necesidad de pisar la calle.
La arquitectura doméstica de su casas, en las que se funde la piedra, el ladrillo y el tapial, es resultado de una sabia combinación de materiales utilizados en los somontanos y en la montaña, marcando así la transición entre ambas áreas geográficas.
Multitud de detalles esperan ser descubiertos por los ojos del curioso y del que desea perderse entre las estrechas calles empedradas.

Ermita de Nuestra Señora de las Nieves:

En la Calle Pedro Arnal Cavero y poco antes de alcanzar la porticada Plaza Mayor, se encuentra la pequeña ermita de Nuestra Señora de las Nieves.
Es de una sola nave de tres tramos cubierta con bóveda de crucería estrellada, en la que se conserva un pequeño retablo formado por fragmentos de otros ya desaparecidos, tanto renacentistas como barrocos.
Su fachada fue edificada por canteros del siglo XVII siguiendo modelos de la arquitectura religiosa popular.
Junto a la ermita puede verse una jamba perteneciente a una antigua puerta hoy inutilizada y en la que aparecen grabadas las siluetas de dos zapatos. Tal vez fue éste el lugar en el que ejerció su oficio algún zapatero que ya nadie recuerda.

Plaza Mayor:

Nos encontramos en el corazón de la villa de Alquézar, la antigua Plaza Mayor, y hoy llamada de Mosén Rafael Ayerbe; este personaje, que ejerció de sacerdote en Alquézar a principios del siglo XX, fue capaz de crear un nuevo injerto de almendro mejor adaptado a las condiciones climáticas de la zona y del que se obtiene una variedad de almendra llamada largueta o desmayo.
Se trata de una hermosa y recoleta plaza porticada, bajo cuyos soportales, unos con arcos de medio punto y otros adintelados, se situaban los comerciantes y artesanos que vendían sus productos venidos de las tierras llanas y de las montañas.
Alquézar llegó a contar con el privilegio de celebrar un mercado semanal y una feria anual desde 1528, año en el que Carlos V aprobó esta concesión a la villa. Tal hecho permitió que Alquézar iniciara una nueva etapa de esplendor y florecimiento

Fuente de Monchirigüel:

Después de atravesar la Plaza Mayor para continuar por la Calle de la Iglesia, debemos tomar la primera calle a la izquierda, por la que se accede a la fuente de Monchirigüel tras descender por unas escaleras de piedra.
Se trata de una fuente construida en el siglo XVI que, con elementos decorativos renacentistas, ostenta el escudo de la villa de Alquézar.
Desde este lugar puede disfrutarse de una espectacular imagen de la Colegiata, encaramada a la peña calcárea y desafiando el vacío que se abre a sus pies.

Plaza Cruz de Buil:

Al final de la Calle de la Iglesia, donde también confluyen otras dos calles, se encuentra la Plaza Cruz de Buil. Por ella se accede al recinto amurallado del castillo-colegiata, a través de una puerta blasonada construida entre los siglos XV y XVI. Desde los orígenes de la fortaleza, este lugar siempre fue el único punto de penetración al castillo, ya que el resto está rodeado por las verticales paredes de la roca calcárea.

Mirador O´Bicón:

En la plaza Cruz de Buil se debe tomar la Calle Baja, ya que por ella se accede al mirador O´Bicón. Desde aquí puede admirarse una magnífica vista del último tramo del cañón del río Vero después de atravesar las sierras prepirenaicas. Desde aquí se aprecia perfectamente la unión de la roca caliza y los conglomerados, dando lugar cada uno de ellos a relieves muy diferentes, aristados los primeros y redondeados los segundos.
Las aguas del río Vero que discurren por el fondo del barranco fueron capaces, en otros tiempos, de mover las turbinas de una vieja central hidroeléctrica y las pesadas piedras del molino de Fuentebaños, situado aguas abajo de este lugar.
El rumor de las aguas del Vero, que se abre paso entre grandes rocas, nos acompañará mientras disfrutamos de este bellísimo rincón del Somontano.

Iglesia parroquial de San Miguel Arcángel:

En uno de los extremos de la localidad se encuentra la parroquial de San Miguel Arcángel. Sobre un templo anterior, que fue derribado, se comenzó a construir el actual en 1681 y finalizado en 1708.
Es una obra de carácter popular en la que llama poderosamente la atención la robustez y sobriedad del exterior, así como el armonioso juego de volúmenes y tejadillos, lo que dificulta adivinar que se trata de un edificio barroco. Por el contrario, el interior de la nave cubierta con bóveda de cañón y lunetos sí que se ajusta a dicho estilo artístico. La práctica totalidad de los retablos y otros objetos litúrgicos que poseía fueron destruidos en la Guerra Civil española, lo que explica la escasa decoración interior. Tan sólo pudo conservarse la parte superior del gran retablo mayor de estilo barroco.

Colegiata de Santa Mª la Mayor:

El atrio que daba acceso al templo románico queda integrado hoy en el claustro. Sus capiteles reproducen escenas del Génesis (siglo XII). Los muros se decoraron con pinturas murales (ss. XIV-XVIII).
La capilla de Santa Ana, abierta al claustro, es fiel reflejo del crisol de culturas que fue el Somontano en el siglo XVI. En su portada decorada en estuco, aparecen elementos góticos, mudéjares y renacentistas.
En el siglo XVI el claustro se amplió con la construcción de un segundopiso. Hoy una de las estancias que en el pasado sirvieron de habitación para los canónigos, acoge algunas piezas sobresalientes que conforman el Museo de la Colegiata.
Una bella portada gótica da acceso a la iglesia (siglo XVI). Las bóvedas de crucería estrellada que la cubren, concentran la riqueza decorativa de la arquitectura interior del templo.
El retablo mayor (renacentista, siglo XVI) se concibió como un monumental sagrario puesto que tras el óculo central estaba permanentemente expuesto el Santísimo Sacramento.
La Capilla de los Lecina (barroco, siglo XVII) alberga un espléndido Cristo románico de tamaño casi natural.
En los siglos XVII y XVIII, la música ocupó un lugar importantísimo en las celebraciones y la riqueza de los sonidos del órgano barroco, dio brillo y espectacularidad a la liturgia.

Museo Etnológico Casa Fabián:

En el Museo Etnológico Casa Fabián un recorrido por las dependencias de una casa del siglo XVII (patio, cocina, alcobas, bodegas, cuadras...) nos sumerge en las formas de vida de los habitantes del Somontano hasta mediados del siglo XX.

Desde Alquézar podrás realizar diferentes rutas senderistas como las que te proponemos a continuación:

- Ruta de Chimiachas
- Ruta de las Pasarelas
- Camino Natural del Somontano

 Otras actividades como la escalada y el barranquismo están a tu alcance el Alquézar.

 

  • Alquézar 1
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Barbastro, desde que fuera fundada en el siglo X, ha venido desempeñando el papel de capital del Somontano, o de la Barbatanya, como se la conocía en época musulmana. Su localización geográfica la convirtió desde entonces en capital administrativa con vocación comercial, papel que ha venido desempeñando hasta la actualidad. 

Éste es un recorrido alrededor de su historia, de sus personajes y de las huellas que dejaron en la ciudad, declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1.975.

La ascensión al Monasterio de El Pueyo, mirador inigualable de todo el Somontano, tampoco puede faltar en la visita a Barbastro.
En la capital del Vero también puede tomarse el sendero GR 45, por el que es posible acceder, a pie o en bicicleta, a las localidades de Burceat y Cregenzán.

Conjunto de San Julián y Santa Lucía:

Este conjunto monumental constituye la puerta de entrada al Somontano.
Concretamente en las dependencias del antiguo hospital se encuentran el Espacio del Vino y el consejo regulador de la Denominación de Origen Somontano.
En este mismo espacio, se encuentra la iglesia gótica de San Julián que se construyó en el siglo XVI. 

Conjunto catedralicio:

La Catedral de la Asunción es el monumento más emblemático de la ciudad. La ambiciosa construcción de principios del siglo XVI, fue un proyecto ciudadano financiado por el propio Concejo Municipal. El resultado fue un templo de grandes dimensiones y planta de salón, en el que las tres naves presentan la misma altura, dando lugar a un espacio interior diáfano, equilibrado y a la vez majestuoso.
Del retablo mayor destaca el espectacular basamento de alabastro, obra de Damián Forment y de su discípulo Juan de Liceire.
A partir del siglo XVII el templo se enriqueció con nuevas capillas de las que destacan las dos de los pies, ambas obras del barroco pleno, ya del siglo XVIII.
La torre se levanta exenta al norte de la cabecera de la catedral, quizá porque el alminar de la mezquita fue reutilizado como campanario cuando, tras la conquista cristiana, éste fue consagrada catedral.
Hacia comienzos del XIV, este minarete fue derribado y sustituido por una torre medieval (los muros de los cuerpos inferiores tienen un grosor superior a los 2 m). A principios del siglo XVII se añadió un cuerpo más al modo de una contra torre o torre interior, de ladrillo al interior y sillería al exterior. La construcción del chapitel en el siglo XVIII le proporcionó un aspecto definitivo.
El sonido de sus campanas ponía en marcha la vida de la ciudad, pero además de funciones civiles y religiosas, se utilizó como atalaya y refugio en varias ocasiones.
Dentro del Conjunto Catedralicio se sitúa el Museo Diocesano, que además de una interesante colección de piezas de orfebrería y tejidos, reúne preciosas obras de escultura y pintura medieval.
Las excavaciones realizadas en el interior de la catedral han sacado a la luz restos de la mezquita (siglo X), de la anterior iglesia, del claustro gótico, de la abadía y del cementerio de finales del siglo XVIII.
A pocos metros de la catedral se encuentra el Palacio Episcopal. Cuando en 1571, tras varios años de pleitos, Barbastro recuperó su categoría de Sede Episcopal, la ciudad se comprometió para proporcionar a los obispos una residencia acorde con su dignidad.
Al exterior, respondía genuinamente al tipo palacio aragonés. La torre en el flanco es una reminiscencia de las residencias rurales fortificadas, un signo de poder del que no pudieron prescindir sus dueños en las viviendas ciudadanas. Actualmente es la sede del Museo Diocesano.

Plaza de la Constitución:

Al fondo de la plaza, en el centro, se encuentra el Ayuntamiento. La primera Casa Consistorial fue construida a finales del siglo XV bajo las órdenes del alarife moro Farag de Gali, maestro de obras del rey Fernando El Católico.
Del edificio actual, fruto de la profunda transformación que sufrió hacia 1950, destacan su pequeño alero, los ventanales abiertos en el piso superior y el balcón de regia forja que abre a la planta noble. El salón de plenos conserva parte de la decoración original.
En origen, en el lugar que ocupa la Casa de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, estuvo la casa solariega de la familia Pueyo. Más tarde fue la sede del "Casino de La Amistad", uno de los dos que en el siglo XIX tuvo Barbastro. Finalmente, aquel edificio hoy desaparecido, acogería la primera casa de Hermanitas, orden fundada en Barbastro en 1873 por Santa Teresa Jornet y por el canónigo e historiador de la ciudad, Saturnino López Novoa.
Cierra la plaza el Colegio de los Escolapios, el primero (1677) que tuvieron los Padres Escolapios en España, activo en la actualidad. La iglesia, de tipología jesuítica, tiene planta de cruz latina, cúpula sobre crucero y una nave longitudinal de gran altura a la que abren capillas, sobre las que se sitúan las tribunas. Capiteles, pilastras adosadas, molduras y cornisas, remiten al lenguaje decorativo del barroco más clasicista. Su interior contiene pinturas del artista barbastrense Francisco Zueras.
En los muros que dan a la calle Argensola puede verse un tosco escudo: recuerda que la Ciudad de Barbastro donó este terreno (en el pasado una calle) para erigir allí la iglesia

Casas nobles del Renacimiento:

Desde la iglesia de los Escolapios se accede a la antigua Calle Mayor, que nos conduce a los siglos del renacimiento. El edificio conocido como Casa Latorre o "Casa Zapatillas" acoge la sede en Barbastro de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
La fachada de ladrillo, la galería de arcos y el alero de madera remite al modelo de vivienda generalizado en el siglo XVI en las ciudades aragonesas entre las clases acomodadas.
El alero labrado en madera del Palacio Argensola es uno de los más monumentales de su clase por la fuerza plástica de su espléndida decoración clásica y renacentista. Los muros de este palacio han visto nacer a barbastrenses tan ilustres como el General Ricardos, uno de los grandes militares europeos del siglo XVIII, o los poetas Lupercio y Bartolomé Leonardo de Argensola, los mejores representantes de la poesía clasicista de esa época, a caballo entre los siglos XVI y XVII.

Plaza del Mercado:

Desde sus orígenes, esta plaza ha congregado a numerosos comerciantes y hortelanos, pero a diferencia de otras plazas españolas no acogió ningún edificio de poder. Comprar, vender ... éste es el papel de la Plaza del Mercado, en una ciudad de plazas especializadas que ya contaba con una Plaza en el Ayuntamiento y otra en la Catedral, expresiones del poder religioso y civil.
En un extremo se encuentra la Capilla de Santa Ana (siglos XVI-XIX). Junto a ella se encontraba el almudí (almacén destinado para la compra y venta del trigo y de otros granos), lo que hacía que a menudo, el polvo saturase la iglesia.
Las casas más antiguas, con soportales de baja altura y un marcado aire popular, conforman un frente compacto y uniforme. El tiempo y los cambios de gusto que cada época trajo consigo, fueron transformando este escenario para la vida cotidiana de los barbastrenses.
Hacia 1926 vio la luz un proyecto que contemplaba la construcción de edificios de tipo historicista como los Almacenes San Pedro o Casa Calonge (neomudéjar). Finalmente en 1975 se construiría el Centro Cultural Entrearcos en el solar de la casa natal de San Josemaría Escrivá de Balaguer. Inspirado en el estilo tradicional aragonés, fue construido a base de piedra labrada, ladrillo visto, dinteles de hormigón abujardado y teja árabe antigua.

El río, los puentes, las fuentes:

Continuando por la calle Argensola llegamos al río. La orilla derecha del Vero estuvo protegida por fuertes murallas sobre las que más tarde se edificarían las casas. Éstas, de considerable altura, forman un frente compacto y macizo. El acceso a Barbastro desde la orilla izquierda sólo era posible mediante los puentes que conectaban con las puertas de la ciudad.
El Puente del Portillo fue construido en el siglo XX de forma similar al que allí hubo. Aquél, de ladrillo y tres ojos, debió de ser construido hacia 1600 y fue volado en la última Guerra Civil.
El Puente de San Francisco, así como la puerta que conectaba con él, recibió su nombre del convento de franciscanos que se había establecido cerca en el siglo XIII.
En la orilla izquierda del Vero hubo tres fuentes públicas, que dieron nombre a la calle del Arrabal que conduce a ellas. La del Azud y la del Vivero y la de San Francisco, una de las mejores de Aragón, aún perdura. Su construcción fue encargada por el Concejo de la Ciudad en 1553, en un lugar al que llegaba el agua conocido como "Fuente de los Frayles", al escultor maese Jaques de Guertch, que diseñó una traza de marcado aire renacentista, y al consumado cantero Juan de Araçil. La ejecutaron tan sólo en 5 meses, con blanquísima piedra de las cercanas canteras de Fonz.

Conjunto de San Francisco:

El Arrabal, un área de la ciudad que quedaba fuera del principal recinto amurallado de la medina, se empezó a desarrollar en el siglo IX, durante la época islámica. En la Plaza de San Antonio, adyacente a la Iglesia de San Francisco, se encuentran los restos -no visibles por el momento- de unos baños públicos (siglo X), que contaban con varias salas abovedadas y cabezas de leones a modo de surtidores.
En esta área de la ciudad (el Arrabal) se fundó el convento de San Francisco, entre los siglos XIII y XIV, coincidiendo con el periodo de expansión de las órdenes mendicantes. En la Plaza de San Antonio se puede reconocer la planta del antiguo claustro y el trazado de sus muros con las pequeñas ventanas de las celdas, hoy transformadas en casa particulares.
En el siglo XVI y XVII la iglesia medieval se transformó y la amplia nave se cubrió con bóvedas de crucería estrellada. Ya en el siglo XVII se añadieron nuevas capillas como la de los Claramunt, con pinturas murales y un bonito zócalo de azulejos de Muel (Zaragoza). Por una escalera se desciende a una cripta abovedada. Allí hay un banco corrido dividido en quince sitiales tallados en piedra. En este banco se colocaban los cuerpos de los difuntos; los muros de la cripta servían de respaldo a los cadáveres. Algún tiempo después de la construcción de la cripta se debió de cuestionar la bondad de este sistema de enterramiento y se rebajaron los brazos de algunos sitiales para colocar sobre el banco ataúdes de madera.
Una pequeña capilla, cubierta con bóveda de crucería estrellada de hermoso trazado, está dedicada a Ceferino Giménez Malla "el Pelé", un honrado tratante de mulas, gitano, beatificado en 1997 por el Papa Juan Pablo II.

Pozo de Hielo de la Barbacana:

Desde la parte alta de la ciudad se accede al Pozo de Hielo de La Barbacana. A orillas del río Vero, en la falda de la Barbacana, se ha conservado esta construcción que por su monumentalidad y su magnitud, constituye el máximo exponente de una industria que floreció en el Somontano entre los siglos XVI y XIX. En el pozo, rehabilitado y equipado como centro de visitantes, se explican la fabricación y conservación del hielo, el almacenamiento de la nieve, su distribución y sus usos, a través de recreaciones y técnicas audiovisuales.

 

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El paso de los siglos y las culturas ha dejado una importante huella en muchos pueblos de Guara Somontano. En la Ciudad de Barbastro y en la Villa de Alquézar, este legado es tan valioso que ambas han sido reconocidas y declaradas Conjuntos Histórico Artísticos.

Comprometidas con su historia y su patrimonio, son un escenario construido excepcional para ser vivido. Las leyendas, historias y secretos que esconden son su alma y su corazón. Cualquiera de las dos es un punto ideal para empezar a conocer Guara Somontano.